El niño y sus circunstancias. El Mundo infantil comprende escenarios repletos de inocencia, felicidad y miedos, especialmente miedos a las primeras veces. Para ellos, acudir a clínicas no es plato de buen gusto. No controlan las jeringas, los pinchazos o los análisis y entra dentro de lo comprensible ese paso para atrás. Ahí quietos, tumbados en la camilla, ven sus miedos pasar. Les hacen abrir la boca y no saben qué va a suceder. Luces sobre su rostro y aparatos, no identificados, merodeando por su boca. En este artículo, procuraremos demostrar que el dentista es siempre un buen amigo tuyo, quien le hará bien:
Con vistas a 2020, el Libro Blanco de la Salud Bucodental en España confirmó que el 58% de la población infantil pasó por el dentista y recibió algún tratamiento dental. Es decir, más de la mitad de las familias españolas saben de la importancia que resulta acudir al dentista. Las estadísticas así lo avalan.
Más vale prevenir que curar. Por ese motivo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanza un serio aviso, con el fin de que los errores cometidos por las madres y los padres no trascienda a sus hijos, quienes deberían mantener unos buenos hábitos bucodentales y superar el miedo al dentista. Salud e higiene, ante todo: el 45% de la población mundial padecen enfermedades bucodentales. Es más, la OMS cifra en mil millones los nuevos casos de personas con problemas en la boca durante los últimos 30 años.
¿Por qué algunos niños tienen miedo al dentista?
En ese universo infantil, solo una fina línea separa la confianza del miedo:
Miedo a lo desconocido, ausencia de confianza con el personal y el espacio en cuestión, los instrumentos clínicos, el material quirúrgico o los tratamientos invasivos en los que se mueve y remueve la boca. Estos son los ejemplos más claros que ponen a prueba la odontofobia, que subraya el pánico a pasar por el dentista.
Cómo ayudar a un niño a superar su miedo al dentista
Hagamos de esto un juego. Démosles facilidades. La clínica del dentista no es un patio de recreo, pero tampoco es el mismo Inferno. Hemos de ser capaces de propiciar esas visitas al dentista, tan necesarias como básicas en la salud bucodental de las niñas y niños:
- Conversación abierta y dar respuesta a las preguntas que te haga tu hijo. Has de tener la habilidad de explicarle al interesado qué va a suceder durante esa visita, qué llevará a cabo el dentista. Además, es natural que tu hijo despliegue un recital de preguntas. Intenta calmar y solventar esas dudas.
- Juega a ‘ir al dentista’. Fíjate en esto juego, como quien juega ‘a los médicos’ y ‘a las mamás y los papás’. Juega con tu hijo y simula que acude al dentista. Intercambiar los papeles, que él sea el dentista y tú el paciente. A la inversa también funciona.
- Acude a una zona de confort para niños. Para ese universo infantil, Clínica MónBlanc es un centro referente. Se ha adaptado una sala para ellas y ellos, quienes pueden divertirse y entretenerse mientras esperar. Sin duda, la espera será más pasajera.
- Convierte este hábito bucodental en una rutina. La respuesta está en persistir e insistir, en acudir regularmente con el niño al dentista. Si se logra que el niño en cuestión entienda que visitar al dentista debe ser una costumbre a lo largo del año, hay mucho terreno ganado.
- Palabras de cariño durante y tras esa visita. Conocido popularmente como refuerzo positivo, esta técnica paliará la inseguridad y reforzará la autoestima. Un “qué bien te estás portando” o ese “ves como no duele” son de gran valor.
Técnicas de manejo del estrés para niños durante las visitas al dentista
A continuación, te facilitamos una serie de trucos para combatir el estrés del niño, en el caso de que esa emoción le sobrepase durante su estancia en el dentista:
- Técnicas de respiración. Para disminuir la ansiedad, dos de las claves se encuentran en la relajación y la respiración. La segunda, sin duda, conduce a la primera. Inhalar por la nariz y exhalar por la boca. Pruébalo con el pequeño de la casa.
- Distracción. Algunos de los ejemplos de esta citada distracción son: la lectura o la reproducción de contenido multimedia. Fomenta la práctica de actividades que desenfoquen esa visita. Reduce la tensión.
- Música. La música amansa a las fieras. El uso de la música rebaja los índices de cortisol, que puede haber asumido uno de sus picos más altos durante la espera, antes de pasar consulta.
Hay una corriente médica que nos convence. Es afín a todo ese juego que hay que montarles: la odontopediatría es muy de nuestro agrado. Un buen odontopediatra es aquel capaz de facilitarle al niño y a la niña la adaptación al medio y a generar confianza y bienestar durante esa visita. Presentarles el espacio, el material dental, hablarles con dulzura y confianza durante toda la visita o responder preguntas aseguran éxito.
¿Y si somos capaces de hacer que vuelvan? ¿Jugamos con nuestro dentista infantil en Mataró?